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La disciplina de la meditación

17 octubre 2016

La verdadera contemplación no es un truco sicológico, sino una gracia teológica.-Thomas Merton

En la sociedad contemporánea nuestro adversario se especializa en tres cosas: ruido, premura y multitudes. Si él puede mantenernos empeñados en la cantidad y en la muchedumbre, descansará satisfecho. El siquiatra C. G. Jung observó una vez: «La premura no es del diablo; es el mismo diablo».’ Si esperamos movernos más allá de las superficialidades de nuestra cultura -incluso de nuestra cultura religiosa-, tenemos que estar dispuestos a descender a los silencios recreadores, al mundo interno de la contemplación. Todos los maestros de la meditación se esfuerzan, en sus escritos, por hacer que despertemos a comprender el hecho de que el universo es mucho más grande que lo que conocemos; que hay inmensas regiones internas no exploradas que son tan reales como el mundo físico que «conocemos» muy bien. Nos hablan acerca de emocionantes posibilidades de nueva vida y nueva libertad. Nos hacen un llamado a la aventura, a ser pioneros en esta frontera del espíritu. Aunque esto pueda sonar extraño a los oídos modernos, sin ninguna vergüenza debiéramos inscribirnos como aprendices en la escuela de la oración contemplativa.

Conceptos erróneos comprensibles

Con frecuencia te haces la pregunta en cuanto a si se puede hablar de la meditación como algo cristiano. ¿No es más bien propiedad exclusiva de las religiones orientales? Dondequiera que hablo a algún grupo sobre la meditación como una disciplina cristiana clásica, inevitablemente se levantan las cejas en actitud interrogante. «Yo pensé que el grupo que se llama Meditación Trascendental era el que trataba este asunto de la meditación.» «¡No me diga que usted nos va a dar un versículo védico de invocación mística para que lo recitemos!»

El hecho de que la meditación sea una palabra extraña a tus oídos es un triste comentario sobre el estado espiritual del cristianismo moderno. La meditación ha sido siempre una parte clásica y fundamental de la devoción cristiana, una preparación decisiva para la oración y una obra conjunta con ella. Sin duda alguna, parte de la ola de interés en la meditación oriental se debe a que las iglesias han abandonado este campo. Es sumamente deprimente que un estudiante universitario que busca conocer la enseñanza cristiana sobre la meditación, descubra que son pocos los maestros vivientes de la oración contemplativa, y que casi todos los escritos serios sobre este tema son de hace siete siglos o más. No es raro que el estudiante se vuelva al Zen, o al Yoga o a la Meditación Trascendental.

Ciertamente la meditación no fue extraña a los autores de la Escritura. «Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde» (Génesis 24:63). «Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche» (Salmos 63:6). Estas eran personas que estaban cerca del corazón de Dios. Dios no les habló por cuanto tenían capacidades especiales, sino porque estaban dispuestos a oír. Los salmos cantan virtualmente las meditaciones del pueblo de Dios en la ley de Dios. «Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos» (Salmos 119:148). El salmo que sirve de presentación para todo el Salterio, llama al pueblo a emular al varón «bienaventurado» que «… en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche» (Salmos 1:2).

Los escritores cristianos, a través de los siglos, han hablado acerca de una manera de oír a Dios, de comunicarse con el Creador del cielo y de la tierra, de experimentar al Amante eterno del mundo. Pensadores magníficos como Agustín, Francisco de Asís, Francois Fénelon, Madame Guyon, Bernardo de Clairvaux, Francisco de Sales, Juliana de Norwich, Hermano Lawrence, George Fox, John Woolman, Evelyn Underhill, Thomas Merton, Frank Laubach, Thomas Kelly y muchos otros hablaron acerca de este camino más excelente.

La Biblia nos dice que Juan «estaba en el Espíritu en el día del Señor» (Apocalipsis 1:10), cuando recibió la visión apocalíptica. ¿Podría ser que Juan estaba preparado de una manera que podía oír y ver y que nosotros hemos olvidado? R. D. Laing escribe: «Vivimos en un mundo secular… Hay una profecía en Amós según la cual vendrá un tiempo en que habrá hambre en la tierra, ‘no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová’. Este tiempo ha llegado ahora. Es la era presente».»

Tengamos el valor de colocarnos al lado de la tradición bíblica y aprendamos una vez más el arte antiguo (y sin embargo, contemporáneo) de la meditación. Unámonos al salmista y declaremos: «Pero yo meditaré en tus mandamientos» (Salmos 119:78).

Luego hay los que piensan que la idea cristiana de meditación es sinónima del concepto de meditación basado en la religión oriental. En realidad, son dos mundos separados. La meditación oriental es un intento de desocupar la mente; la meditación cristiana es un intento de desocupar la mente a fin de llenarla. Las dos ideas son radicalmente diferentes. Todas las formas de meditación oriental destacan la necesidad de despegarse del mundo. Se hace hincapié en perder la personalidad y la individualidad y fusionarse con la mente cósmica.

Hay un anhelo de ser librado de las cargas y los dolores de esta vida y ser absorbido en la bienaventuranza suspendida y sin esfuerzo del Nirvana. La identidad personal se pierde en una mancomunidad de conciencia cósmica. El desprendimiento es la meta final de la religión oriental. Es un escape de la rueda miserable de la existencia. No hay Dios al cual unirse ni del cual oír. El Zen y el Yoga son formas populares de este enfoque. La Meditación Trascendental tiene las mismas raíces budistas, pero en su forma occidental es algo así como una aberración.

En su forma popular, la Meditación Trascendental es meditación para el materialista. Para practicarla, uno ni necesita creer, para nada, en el reino espiritual. Es sólo un método de controlar las ondas cerebrales a fin de mejorar el bienestar fisiológico y emocional. Las formas de meditación trascendental más avanzadas envuelven la naturaleza espiritual, y entonces toman exactamente las mismas características de las demás religiones orientales.

La meditación cristiana va mucho más allá de la idea del desprendimiento. Hay necesidad de desprendimiento: «el día de reposos de la contemplación», como lo llama Pedro de Celles, un monje benedictino del siglo XII. 3 Pero nosotros tenemos que pasar a la adhesión. El desprendimiento de la confusión que está alrededor de nosotros es para tener adhesión más fuerte a Dios ya los demás seres humanos. La meditación cristiana nos conduce a una integridad interna, necesaria para entregarnos a Dios libremente; y a la percepción espiritual, necesaria para atacar los males sociales. En este sentido, es la más práctica de todas las disciplinas.

Hay un peligro al pensar sólo en la función del desprendimiento, como lo indicó Jesús en su relato acerca del hombre que había quedado vacío de lo malo, pero que no se llenó de lo bueno. «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre,… va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero» (Lucas 11:24-26).4

Algunos huyen de la meditación por temor a que sea demasiado difícil, demasiado complicada. Tal vez sea mejor dejársela al profesional que tiene más tiempo para explorar las regiones internas. De ningún modo. Los expertos reconocidos en este sentido nunca informan que están realizando un viaje a favor de los pocos privilegiados, de los gigantes espirituales. Ellos se reirían de tal idea. Ellos pensaron que lo que estaban realizando era una actividad humana natural, tan natural y tan importante como la respiración. Ellos nos dirían que no necesitamos ningunos dones especiales ni facultades síquicas. Lo único que necesitamos es disciplinar y ejercitar las facultades latentes que hay dentro de nosotros. Cualquiera que pueda aprovechar la fuerza de la imaginación puede aprender a meditar. Si somos capaces de poner atención a nuestros sueños, estamos dando los primeros pasos. Thomas Merton, uno que debió saber esto, escribió: «La meditación realmente es muy sencilla; no se necesitan muchas técnicas elaboradas para enseñarnos cómo hacerlo».»

Sin embargo, a fin de que no nos extraviemos, tenemos que entender que no estamos empeñados en una obra impertinente. No estamos invocando a ningún paje cósmico. Es un asunto serio e incluso peligroso. Debiera exigirnos el mejor pensamiento y las mejores energías. Nadie debe emprender la meditación por simple diversión o porque otros la practican. Los que entran a ella con indiferencia, ciertamente fracasarán. P. T. Rohrbach escribió: «La mejor preparación general para tener buen éxito en la meditación es la convicción personal de su importancia y una firme determinación de perseverar en su práctica».» Como cualquier obra seria, es más difícil en las etapas de aprendizaje. Tan pronto como estamos capacitados -cuando hemos terminado el aprendizaje-, se convierte en parte de los patrones habituales que están arraigados en nosotros. «Esperar en Dios no es ociosidad -dijo Bernardo de Clairvaux-, sino un trabajo que golpea a todos los demás trabajos para el inexperto que se dedica a él».» Luego hay aquellos que piensan que el camino de la contemplación es impráctico y que está completamente fuera de contacto con el siglo XX. Hay el temor de que la meditación conduzca a la clase de persona, como el ascético Padre Ferapont que inmortalizó Dostoievski en su obra Los hermanos Karamazou. Este era una persona rígida, farisaica, quien por puro esfuerzo se libera del mundo, y luego lanza maldiciones sobre él. En el mejor de los casos, tal meditación nos conduciría a otra mundanalidad no saludable, que nos mantiene inmunes al sufrimiento de la humanidad.

Tales evaluaciones están lejos del blanco. De hecho, la meditación es lo que puede dirigir de nuevo nuestra vida de tal modo que podamos hacer frente con éxito a la vida humana. Thomas Merton escribió: «La meditación no tiene objeto ni realidad a menos que esté firmemente arraigada en la vida'» Históricamente, ningún grupo ha hecho más hincapié en la necesidad de entrar a oír los silencios que los cuáqueros, y el resultado ha sido una influencia social vital muy abundante en el número de ellos. Los contemplativos mismos fueron individuos de acción. Meister Eckhart escribió: «Aun si un hombre fuera arrebatado hasta el tercer cielo como San Pablo, y en esta condición supiera que otro hombre tiene necesidad de alimento, sería mejor que le diera de comer, y no que permaneciera en éxtasis».»

A menudo, la meditación producirá discernimientos profundamente prácticos, casi mundanos. La persona recibirá instrucción sobre cómo relacionarse con su esposa o con su esposo, o sobre cómo tratar algún problema sensible o la situación de algún negocio. Más de una vez he recibido ayuda sobre la actitud que debo tener al dar una conferencia en una universidad. Es maravilloso cuando alguna meditación particular conduce al éxtasis, pero es mucho más común recibir ayuda en cuanto a cómo hacer frente a los problemas humanos ordinarios. Morton Kelsey dijo:

Lo que hacemos con nuestra vida externamente, la buena manera de cómo nos preocupamos por los demás, es una parte tan importante de la meditación como lo que hacemos en la quietud y cuando nos volvemos hacia adentro. De hecho, la meditación cristiana que no produce ninguna diferencia en la cualidad de la vida externa de uno, está en cortocircuito. Puede fulgurar por algún tiempo, pero a menos que dé como resultado el hallazgo de relaciones más ricas y amorosas con los demás seres humanos, o el cambio de las condiciones del mundo que causan el sufrimiento humano, es posible que la actividad de oración del individuo fracase.»

El concepto erróneo más común de todos es que la meditación es una forma religiosa de manipulación sicológica. Puede tener valor como medio para bajar la presión sanguínea o para aliviar la tensión. Incluso, puede ofrecernos algunos discernimientos significativos al ayudarnos a ponernos en contacto con nuestra mente subconciente. Pero la idea de un contacto real y de comunión con la esfera de existencia espiritual suena como algo anticientífico y vagamente irrazonable. Si piensas que vivimos en un universo puramente físico, considerarás la meditación como una buena manera para obtener un patrón de onda cerebral alpha. (La Meditación Trascendental intenta proyectar exactamente esta imagen, lo cual la hace sumamente atractiva para los hombres y las mujeres seculares). Pero si crees que vivimos en un universo creado por el Dios infinito y personal que se deleita en que nosotros tengamos comunión con él, entenderás la meditación como una comunicación entre el Amante y el ser amado. Eso fue lo que dijo Alberto el Grande con las siguientes palabras: «La contemplación de los santos es promovida por el amor del Ser a Quien contemplan: es decir, Dios».»

Estos dos conceptos de meditación están completamente opuestos. El uno nos confina a una experiencia totalmente humana; el otro nos lanza a un encuentro de lo divino con lo humano. El uno habla acerca de la exploración del subconsciente; el otro se refiere a «reposar en Aquél a quien hemos hallado, quien nos ama, nos oye, viene a nosotros y nos acerca a él».12 Los dos pueden parecer religiosos y aun usar la jerga religiosa, pero el primero, en último análisis, no puede hallar lugar para la realidad espiritual.

¿Cómo, entonces podemos llegar a creer en el mundo del espíritu? ¿Mediante la fe ciega? De ninguna manera. La realidad interna del mundo espiritual está disponible para todos los que estén dispuestos a buscarla. Con frecuencia he descubierto que aquellos que con tanta libertad desprestigian el mundo espiritual, nunca se han tomado ni siquiera diez minutos para investigar si tal mundo existe realmente o no. Como en cualquier otro empeño científico, nos formamos una hipótesis y experimentamos con ella para ver si es verdadera o no. Si nuestro primer experimento falla, no desesperemos, ni califiquemos todo el asunto de fraudulento. Volvamos a examinar nuestro procedimiento, y tal vez ajustemos la hipótesis y volvamos a hacer el experimento. Por lo menos, debiéramos tener la sinceridad de perseverar en este trabajo hasta el mismo punto en que lo haríamos en cualquier campo de la ciencia. El hecho de que muchísimos no estén dispuestos a hacer eso, no traiciona su inteligencia, sino su prejuicio.

Fuente: Alabanza a la Disciplina (extracto)

Escrito por: Richard J. Foster


Qué no es humildad

4 May 2015

Cómo los griegos antiguos, algunos sienten que la humildad es una característica negativa y que no es saludable para la persona. ¿No es importante la autoestima.? ¿No es necesario defender los derechos y buscar la superación? ¿No hay que realizarse en la vida? ¿No deben los demás reconocer nuestra posición y darnos el debido respeto? ¿Hemos de ser sirvientes de los demás? ¿No dice la Biblia que es correcto amarse a uno mismo? ¿No es cierto que si uno no se ama a sí mismo, no puede amar a otros? ¿No fue creado el hombre a la imagen de Dios? ¿No es un cristiano el “hijo del Rey de Reyes”? ¿No son estos conceptos el opuesto de la humildad? ¿Cómo podemos desenredar estos pensamientos y llegar a un concepto de la humildad que es bíblico y saludable para la persona?

Comenzamos diciendo que lo que Dios exige de nosotros nunca es malo para nosotros ni obstaculiza los buenos propósitos que él tiene para sus hijos. Cuando el mismo Jesús afirma que “soy manso y humilde de corazón” sabemos que no expresaba una postura pecaminosa o incorrecta. Tampoco olvidaba que había descendido de la gloria del cielo y que pronto regresaría allá para seguir siendo el Señor de la historia. Cuando la verdadera humildad se ve, es Cristo mismo manifestándose a través de nosotros.

Entonces, ¿cuál es el concepto equilibrado, correcto y saludable de la humildad? ¿Cómo podemos llegar a entender la humildad como una puerta por la cual Dios entra en las experiencias, por medio de su maravillosa gracia, para llenarlas con libertad, fortaleza, utilidad y regocijo?

Existen varias formas de la “humildad” que son falsas. No es la humildad la obsesión de ser el “mártir” y así ganar por lo menos la simpatía, si no la admiración de otros. Es decir, esa tendencia, a veces motivado por un sentido de culpa, de aceptar demasiados compromisos, estar en muchos comités, vivir por la adrenalina del activismo, tratar de llenar cada necesidad y aprovechar cada oportunidad de servicio o liderazgo.

La humildad no es sentirse la cansada, perseguida y patética victima de las circunstancias. No es ser el pesimista con un negativismo que flota constantemente sobre la cabeza como una nube negra. Tampoco es la humildad el criticarse a sí mismo y hablar de los errores y fracasos hasta que alguien nos contradiga y nos halague y así alimente el orgullo que habita los rincones del corazón.

La humildad no es el silencio que pretende comunicar que lo que pensamos no tiene valor. A veces el silencio es una manera de escondernos y mantenernos lejos de los demás. A veces el silencio cubre el orgullo que desde lejos critica a otros, los menosprecia y no se digna a entrar en comunicación con ellos como iguales.

Tampoco es humildad cuando un líder o miembro de una junta, tal vez por miedo de las consecuencias o por presiones de otros, evita la responsabilidad de mantener las normas de la Palabra de Dios. A veces es su responsabilidad hacer normas, tomar decisiones o corregir un error y esto requiere convicción, firmeza y valor. Estas cualidades no contradicen lo que es la verdadera humildad. En estas ocasiones la humildad se manifestará en la manera paciente, amorosa y cuidadosa de obedecer la convicción, como Pablo manda en Gálatas 6:1: “restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo….”. Compare también 2 Timoteo 2:24-25: “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen….”.

El orgullo, la soberbia, el egocentrismo, la autonomía, la independencia y la autosuficiencia son el opuesto a la verdadera humildad. Cuando una persona tiene estas características, su autoestima viene del éxito externo—de la preparación que se ha logrado, de la posición que se ocupa, el aparente éxito de sus esfuerzos y del reconocimiento o admiración de otros.

La falta de humildad es ser absorbido en uno mismo. La trayectoria de la vida consiste de momentos de sentir éxito y satisfacción y otros momentos de sentir vergüenza o fracaso. Se hace hasta lo imposible para que haya más éxitos visibles y obvios y hayan menos motivos de vergüenza. El miedo al fracaso y la humillación puede ser el obstáculo que nos guarda de obedecer a Dios, de hacer el bien o de servir a otros como debemos hacerlo.

Las “falsas” humildades manifiestan la absorsión de una persona con uno mismo: “No me aman; no me valoran; no me tratan bien; no me dan mi lugar”. Alguien dice, “No puedo hacer nada bien”, significando que no se acepta a sí mismo con las capacidades y limitaciones que tiene”. Dice, “Soy un fracaso” significando que Dios no sabe lo que hace en estas circunstancias, no me hizo sabiamente o no puede usar mis fracasos para mi bien y el bien de otros.

La falta de humildad es justificarse a sí mismo para que no sienta culpa por un error. Es convencerse, y, a veces aclarar para otros que cualquier problema es la responsabilidad de otros. Cuando uno reconoce en su corazón que tiene culpa, el orgullo no permite que uno lo admita delante de otros. Cuando otros posiblemente no han reconocido lo especial que somos o de lo que sabemos o de lo que hemos hecho, es ayudarles a saberlo. Es pensar que uno merece cierto trato o privilegio o que no merece el trato o prueba que está sufriendo.

La falta de humildad es no sentir necesidad de consejo. Es no ser enseñable, especialmente si el que podría enseñarnos por sus palabras o su ejemplo es una persona menos preparada o menos exitosa. Es no sentir que tenemos necesidad de otros, así negando el valor del Cuerpo de Cristo y la variedad y diversidad de los dones espirituales. Es no querer trabajar en equipo porque pensamos que nuestras ideas son las mejores o porque tendríamos que reconocer que algunas ideas de otros son mejores.

La falta de humildad es un sentir de superioridad y autoridad personal por estar en cierta posición. Es sentir resentimientos y enojo cuando otros no muestran el respeto que se cree que se merece. El hombre humilde reconoce que la autoridad es siempre otorgada. Todo individuo está bajo autoridad. La autoridad siempre trae grandes responsabilidades de ejercerse con sabiduría, comprensión, amor para el bien de las personas y de la empresa, no para ensalzarse uno mismo.


¿QUÉ DICEN LOS ADOPTADOS SOBRE LA ADOPCIÓN HOMOSEXUAL?

24 abril 2015

Coordinadora nacional pro familia (conapfam)

Benoit Talleu

El 13 de enero de 2013, Benoit Talleu de 17 años de edad, fue orador en la Marcha por la Familia que organizó La Manif Pour Tous en París, Francia. Habló en nombre de la Asociación para los Niños Adoptados.

He aquí su discurso completo:

“Hola a todos. Soy Benoit Talleu y tengo 17 años de edad. Nací en Vietnam, pero me adoptaron desde bebé. Mis padres adoptaron 7 niños y yo soy el mayor.

Estoy en la lucha contra el «matrimonio para todos», junto con la Asociación para Niños Adoptados, porque estoy harto de escuchar que muchos hablan de la adopción, como si lo más importante no fuéramos los adoptados.

Si preguntas a los adoptados qué quieren, ellos solo tienen una respuesta: ¡un papá y una mamá! «Papi y mami» son palabras que un huérfano conoce y cuando es adoptado, sueña con usar esas palabras. Los niños en adopción…

Ver la entrada original 540 palabras más


La Humildad

20 abril 2015

Nabucodonosor fue un hombre de éxito, un rey poderoso y hábil, soberano del reino más grande y fuerte del mundo, arquitecto de la ciudad más bella de la antigüedad. Pero no había aprendido que Dios es la fuente del poder, la sabiduría, la autoridad y la belleza. “Paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?”

Conocemos la historia triste de este rey. Le fue quitado su reino, dejó de disfrutar de sus logros; su aspecto se volvió grotesco y salvaje y comió hierba como un animal. Nabucodonosor fue humillado. Pero, gracias a Dios, su historia no terminó allí. Alzó sus ojos al cielo y su razón le fue devuelta. Glorificó a Dios y publicó para todos los habitantes de su imperio lo que había aprendido: “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?….todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia” (Daniel 4:29-37).

Pero la soberbia no comenzó con Nabucodonosor. Andrew Murray nos lleva a las raíces del problema:

Cuando la Serpiente Antigua, él que fue echado del cielo por su orgullo, cuya naturaleza entera como el diablo fue el orgullo, habló las palabras tentadoras en el oído de Eva, estas palabras llevaron consigo el verdadero veneno del infierno. Y cuando ella escuchó, y rindió su deseo y su voluntad a la esperanza de ser como Dios, conociendo el bien y el mal, el veneno entró en su alma y sangre y vida, destruyendo para siempre esa humildad bendita y la dependencia de Dios que hubiera sido nuestra felicidad eterna. Y, en su lugar, su vida y la vida de la raza que brotó de ella llegó a ser corrompida hasta su verdadera raíz con ese pecado y sus maldiciones más terribles, el veneno del orgullo de Satanás mismo. De cuya vileza el mundo ha sido el escenario, todas sus guerras y matanza entre las naciones, todo su egoísmo y sufrimiento, todas sus ambiciones y celos, todos sus corazones quebrantados y sus vidas amargadas, con su infelicidad diaria, tienen su origen en lo que este orgullo maldecido e infernal—o el nuestro, o el de otros—nos ha traído. ¡Es el orgullo que hizo necesaria la redención; es de nuestro orgullo que necesitamos sobre todo ser redimidos! Y nuestro entendimiento de la necesidad de la redención dependerá en gran parte de nuestro conocimiento de la naturaleza terrible del poder que ha entrado en nuestro ser. (Murray, páginas 17-18)

Había épocas cuando la modestia estaba de moda, pero esto no caracteriza nuestros días. No sólo los políticos quieren impresionar al mundo con sus habilidades, su sabiduría y sus logros. Cuando el deportista mete el gol, sigue la “danza de victoria”. Es común escuchar a los ministros contar lo que han logrado en su “servicio a Dios”. Un pastor escocés observa,

La mayoría de nosotros tenemos pequeños imperios—un dominio profesional, académico, comercial o eclesiástico en el cual nos creemos más significativos de lo que somos. Es fácil hablar de lo que hemos logrado, en vez de lo que Dios en Su bondad se ha dignado bendecir. Usamos lo que sucede en nuestro alrededor para alentar nuestro ego en vez de aprender la humildad. Tenemos que hacer guerra despiadadamente contra este monstruo. (Begg, página 157)

Dios exhortó por medio del profeta Jeremías:

No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el necio se alabe en sus riquezas. Mas alábese en eso el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. (Jeremías 9:23-24)

Se dice que alguien preguntó a Tomás á Kempis por qué fue usado tanto por Dios. El contestó, “Sólo puedo asumir que Dios miró desde el cielo para hallar la criatura más pequeña y más insignificante y, viéndome a mí, Él me recogió y me usó”. Charles Colson, consejero de un ex-presidente de los Estados Unidos, observa:

No hay nada que distingue más los reinos humanos del reino de Dios que sus conceptos del ejercicio del poder, que son totalmente opuestos. Uno busca controlar a la gente, el otro busca servir a la gente; uno se promueve a sí mismo, el otro se postra a sí mismo; uno busca prestigio y posición, el otro levanta al humilde y el despreciado…. El poder es como agua salada; con más que se tome, más sed se tiene. La seducción del poder puede separar al cristiano más fiel de la verdadera naturaleza del liderazgo cristiano, que es servir a otros. Es difícil pararse sobre un pedestal y, a la vez, lavar los pies de los que están abajo.

No debemos pensar que el orgullo es la tentación de sólo los grandes y exitosos. El orgullo es la raíz de los resentimientos cuando no nos tratan como creemos que merecemos o cuando sentimos que han violado un derecho. La ira brota cuando otro ha frustrado algún plan o propósito personal.

Murray menciona como frutos del orgullo; la falta de amor, la indiferencia a las necesidades, los sentimientos y las debilidades de otros, la tendencia de crítica, juzgar y atacar, la mayoría de las manifestaciones de molestia y enojo, la hipersensibilidad y los sentimientos de amargura y alienación, el hambre de la gloria y el reconocimiento de otros. Todo esto brota del corazón que cree que su propia comodidad, dignidad, voluntad y opinión es un valor mayor.

Veamos el valor que Dios le da al espíritu de humildad y de servicio:

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. Salmo 51:17

Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría. Proverbios 11:2

Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies….Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. Isaías 66:1-2

Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Mateo 18:4-5

Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45

Entonces, entraron en discusión sobre quien de ellos sería el mayor….Y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mi me recibe; y cualquiera que me recibe a mi, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande. Lucas 9:46, 48

Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba….Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Lucas 14:10-11

Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas…mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, el que dirige, como el que sirve. Porque ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve. Lucas 22: 24-26

Pues si yo, el señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:14-15

[Al contrastar al fariseo con el publicano, Jesús dijo:] Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Lucas 18:14.

Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra prefiriéndoos los unos a los otros. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. Romanos 12: 10, 16

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 1 Corintios 13:4

A mí que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. Efesios 3:8

Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz…. Efesios 4:2-3

Someteos los unos a los otros en el temor de Dios. Efesios 5:21

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús…y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:3-5, 8

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros… Colosenses 3:12-13

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta… Hebreos 13:17

Por causa del Señor someteos a toda institución humana… Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos….

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas…quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente…

Asimismo, vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos…. 1 Pedro. 2:13, 18, 21, 23; 3:1

Igualmente jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo…. 1 Pedro 5:5-6 (Véase también Isaías 57:15; Mateo 23:11; Mateo 11:29; Gálatas 6:3; 1 Timoteo 1:15.)


La Plaga de la Impuntualidad

18 marzo 2014

impuntualidad-interiorPeriódicamente llegan plagas a diferentes partes del mundo, y lamentablemente la iglesia no está exenta de ellas. Hay una plaga contagiosa que ha dañado la salud espiritual de un gran número de congregaciones cristianas, creo que es tiempo que nos concienticemos sobre la necesidad de combatir esta mal. El problema al que me refiero es «la plaga» de la impuntualidad.

Es cierto que a cualquiera de nosotros a veces le pasa algo imprevisto que impide llegar a la hora indicada. Pero, infelizmente para muchos la impuntualidad se ha vuelto crónica; se ha convertido en un hábito de vida. Y quiero identificar ocho motivos por los que debemos declarar la guerra contra esta plaga.

1. ES SEÑAL DE INDISCIPLINA PERSONAL

«Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.»

«El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio… » (Eclesiastés 3:1; 8:5,6)

Todos tenemos siete días a la semana. Cada día tiene 24 horas. Hay tiempo para cada actividad. Hay tiempo para dormir, para cocinar, para comer y trabajar. Y necesitamos dar tiempo a Dios.

Varias veces por semana, nos reunimos como una iglesia local, dejando los demás quehaceres. Son pocas horas al final de cuentas que nos reunimos como pueblo de Dios. ¿No seríamos capaces de dar al Señor el tiempo que hemos señalado para ese propósito?

Tal vez algunos tendrán que alistar el almuerzo de domingo la noche anterior; otros tendrán que levantarse más temprano. Otros llegan tarde porque están haciendo en el día del Señor lo que deberían hacer en los otros seis días de la semana.

La impuntualidad demuestra indisciplina. Una característica de uno que administra bien su tiempo es la puntualidad. Al llegar siempre tarde, damos a conocer que no sabemos organizar nuestra vida y nuestro tiempo.

El Sr. Donald Whitney dijo: «Una vida piadosa es el resultado de una vida espiritual disciplinada. Y, en el centro de una vida espiritual disciplinada está la disciplina del tiempo.»

El Señor Jesús nos da un ejemplo: «Y cuando era la hora, se sentó a la mesa» (Lucas 22:14). Su vida es un modelo de perfecto orden y armonía.

El vino al mundo «en el cumplimiento del tiempo». Y vivía cumpliendo en el momento preciso los propósitos de Dios. Cada cristiano debe tener como meta crecer hacia la semejanza de Cristo-y parte de esa semejanza es la puntualidad.

Un hermano presentó una solicitud para trabajar como misionero con una cierta misión. Le citaron a las 3:00 de la mañana para una entrevista.

Era una mañana fría, pero el candidato llegó a la hora citada. El esperó hasta las 8:00 de la mañana hasta que por fin llegó el entrevistador.

La primera pregunta que se le hizo era: «Deletréeme la palabra «panadero».

«P-a-n-a-d-e-r-o»

«Muy bien, ahora veamos cuanto sabe de números. Dos multiplicado por dos, ¿cuánto es?»

«Cuatro,» dijo el candidato.

«Muy bien,» fue la respuesta. «Mañana voy a recomendar al directorio, que le acepten como misionero. Ud. ha aprobado el examen.»

En la reunión con el directorio el entrevistador dijo: «El candidato tiene todas las cualidades de un misionero.»

«Primero, puse a prueba su auto-negación. Le cité a las 3:00 de la mañana en una noche fría. El dejó su cama caliente para estar allí sin ninguna palabra de queja.»

«Luego, le probé en el área de la puntualidad y él llegó a hora.»

«En tercer lugar, le examiné en cuanto a la paciencia. Le hice esperar 5 horas para verme, y no desmostró ninguna impaciencia por la larga espera.»

«Cuarto, le puse a prueba en el área del enojo. El candidato no demostró ningún indicio de ello; ni siquiera cuestionó mi tardanza.»

«Quinto, probé su humildad. Le hice preguntas que aun un niño pequeño podía responder y él no se demostró ofendido de ninguna manera.»

«Este hombre cumple con todos los requisitos para ser la clase de misionero que necesitamos.»

El ser puntual es una disciplina básica e importante de la vida.

2. ES PERJUDICIAL PARA EL DESARROLLO DE LAS REUNIONES

«Hágase todo decentemente y con orden» (1 Corintios 14:40).

En muchas congregaciones las reuniones comienzan con unos cuantos hermanos presentes y de a poquito llegan los demás como a gotas. Mayormente se tiene que comenzar a alabar a Dios muy apenas con unas pocas voces. El director tiene que dirigir la alabanza frente a una cantidad de asientos vacíos. A veces los primeros cantos son dúos o tríos hasta que algunos más aparecen.

Si la prédica comenzara a la hora señalada, la mayoría perdería la primera mitad del mensaje. Puesto que el predicador ha pasado horas orando, estudiando y preparando, preferimos que él predique a personas que van a escucharle y no a asientos vacíos. Por esta razón, el mensaje se posterga hasta que más gente llegue. Y al final no falta alguno que diga: «Aquí terminan muy tarde las reuniones.»

A veces estamos adorando en la Cena del Señor, y siguen entrando hermanos para tomar su asiento a media reunión. Interrupciones de ese tipo distraen y detractan de lo que estamos haciendo. Otros llegan tarde y luego piden un himno que ya se cantó antes que ellos entrasen. Se han perdido la mitad de la reunión y no están al tanto de lo que pasó en la primera parte del culto. Algunos llegan tan atrasados que han perdido el primer símbolo y alguien tiene ir a servirles expresamente a ellos. Todo eso resulta muy negativo.

¡Qué tremendo sería, en cambio, que todos estuviésemos presentes 5 ó 10 minutos antes del inicio! Podríamos sentarnos y preparar nuestros corazones en la presencia del Señor, meditar en un himno o leer algún pasaje de la Palabra de Dios. En el momento de comenzar todos uniríamos nuestras voces en alabanza a Dios. Habría un coro unido desde el primer himno. ¡Cuánto más ánimo y expectativa habría si todos participásemos juntos desde el inico de la reunión!

Si llegáramos temprano a las reuniones nocturnas, podríamos estar orando silenciosamente que Dios nos hable, que derrame su bendición y obre en la reunión.

¡Qué diferencia habría en nuestros cultos si nos libráramos de los perjuicios de la impuntualidad!

3. ES UNA COSTUMBRE NEGATIVA QUE CONTIAGA A OTROS

«Un poco de levadura leuda toda la masa» (Gálatas 5:9)

Otro de los problemas de la impuntualidad es que – es altamente contiagiosa. Mayormente los hermanos nuevos suelen llegar a la hora. Ellos dan por sentado que todo creyente ha de tener un ferviente interés en aprovechar cada minuto de la reunión. Con el correr del tiempo, ellos observan que este no es el caso con los hermanos más antiguos, y pronto comienzan a seguir su mal ejemplo. Ellos dicen: «Aquí estoy fuera de honda, nadie respeta la hora, ¿por qué lo voy a hacer yo?» Se acomodan a la costumbre general y así otros más ingresan a las filas de los tardones.

La Palabra de Dios nos exhorta: «… decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano» (Romanos 14:13). «Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Timoteo 4:12). ¿Qué tipo de ejemplo estás dando tú?

4. ES UN TESTIMONIO NEGATIVO PARA LOS DE AFUERA

«Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres» (II Corintios 3:2).

Los demás oyen nuestras palabras, pero sobre todo observan nuestras acciones. Nuestra vida es una carta abierta que ellos leen cuidadosamente.

Cuando ven nuestra falta de preocupación para ser puntuales en llegar a las reuniones, ellos leen un mensaje de apatía e indiferencia respecto a Cristo y el evangelio.

Al ver nuestra impuntualidad es probable que los de afuera saquen conclusiones como las siguientes:

-«A esta gente no le interesa mucho lo que ocurre aquí.»

-«Evidentemente no es algo muy prioritario para ellos.»

-«Si los miembros de esta iglesia demuestran tan poquito apego a las cosas de Cristo, creo que el asunto no me va a interesar mucho.»

Pero, si llegada la hora, el local está lleno de gente que canta y participa con entusiasmo y fervor, los que entran dirán: «Aquí hay algo. Lo que veo en esta gente me despierta el interés de saber más.»

Nuestra actitud respecto a la puntualidad podría decir mucho a los que nos observan. ¡Cuidado que de esa manera estemos poniendo tropiezos a otros!

5. ES UNA MANERA DE ROBAR TIEMPO A LOS DEMÁS

«El que hurtaba, no hurte más» (Efesios 4:28).

Cuando otros tienen postergar el inicio de la reunión a causa de nuestra impuntalidad les hemos robado tiempo. Otros disciplinadamente han llegado a hora para adorar al Señor y nosotros hemos quitado tiempo de la adoración haciéndoles esperar hasta que se nos ocurra aparecer.

En este caso hemos jugado el papel de ladrón, robando a otro uno de sus bienes más preciosos, su tiempo. Y no sólo hemos robado a los hermanos, también hemos robado a Dios un tiempo de adoración. La Biblia nos exhorta:

«El que hurtaba, no hurte más».

Lucas 6:31 dice: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.» ¿A cuántos les gusta que otros le hagan esperar? A nadie le agrada eso. Entonces, no demos a otros el trato que no quisiéramos recibir de ellos.

6. DEMUESTRA FALTA DE CONSIDERACIÓN POR OTROS

La puntualidad es una forma de demostrar alta estima por otras personas y su tiempo. Ser puntual es una parte del amor cristiano. Es pensar en el bien de los demás y no sólo en el mío. La impuntualidad es desestimar a otros y a su tiempo. Filipenses 2:3 dice: «estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.» Una forma de mostrar esa consideración es por medio de la puntualidad.

El llegar atrasado demuestra falta de respeto para otros. Estamos diciendo: «No me importa si otros tienen que esperarme a mi. Que me esperen.» Llegamos y si la reunión no ha comenzado decimos: «Ah, estoy a hora. No ha empezado todavía.» En lugar de eso debemos decir: «Por mi impuntualidad, soy culpable de atrasar el inicio de la reunión. Hay hermanos que llegaron más antes que yo y ellos han tenido que estar aquí esperando hasta que hubiera más gente para iniciar la reunión. A causa de personas como yo este culto está comenzando tarde.»

En cierta oportunidad el gerente general de Patiño, el magnate de las minas, tenía una propuesta para mejorar la relación obrero / patronal.

Él quiso sugerir que el obrero fuese pagado en la moneda en que se vendía el mineral; sea libra esterlina, dólar americano o lo que fuera. Se fijó una reunión para las 10:00 de la mañana para que el gerente conversara con Patiño al respecto. Cuando Patiño no llegó a las 10:00 el gerente le esperó hasta las 10:05 y dijo: «a mí nadie me va a faltar respeto» y se fue. Por la impuntualidad de Patiño esa reunión nunca se produjo. Ese gerente entendió claramente que la falta de puntualidad demuestra falta de respeto, por más que seamos el hombre más rico del mundo.

¿Se nos ocurre que algunos de nosotros está faltando el respeto a sus hermanos todas las semanas? Están fallando en cumplir el mandamiento más repetido en la Biblia, que nos amemos los unos a los otros. Muchos no se dan cuenta de cuanta frustración han causado a otros por sus atrasos a las reuniones, y de cuanto desaliento han sembrado. Es importante tomar conciencia de ese hecho.

7. ES MOTIVO DE PÉRDIDA DE BENDICIONES

Mateo 25:1-13 nos relata la parábola de las Diez Vírgenes. En esa historia aprendemos tres cosas de las vírgenes que llegaron tarde:

a) Llegaron atrasadas por no hacer los preparativos necesarios.

La puntualidad requiere preparar las cosas de antemano para poder evitar los atrasos. Necesito hacerme las siguientes preguntas:

-¿Qué cosas debo atender el día anterior?

-¿Cuánto tiempo necesito para alistarme?

-¿Cuánto tiempo necesito para llegar a la reunión?

-¿A qué hora debo partir de mi casa?

b) Las que llegaron tarde son denominadas: «imprudentes».

Tendríamos que deducir de esta historia que la impuntualidad es una imprudencia. ¿No seríamos prudentes en corregir esta área de nuestra vida?

c) Por su atraso perdieron una bendición grande.

Por su impuntualidad las insensatas se perdieron la boda. En esta parábola eso representa perder el reino de Dios. Fue un pequeño descuido, pero resultó en un gran perjuicio. Los pequeños atrasos pueden ocasionar grandes consecuencias.

¡Cuánto bien espiritual hemos perdido por habernos perdido la primer mitad de muchas reuniones! ¡Cuántas veces el Señor tenía una palabra para nosotros, pero no estabamos allí para recibirla! ¡Cuánto pan espiritual hemos perdido por nuestros atrasos! ¡Cuántas horas de alabanza a Dios hemos desperdiciado!

Cuando a Alejandro Magno se le preguntó cómo había podido conquistar el mundo, él respondió: «fue logrado por no demorar.» ¡Cuánto avance hemos perdido nosotros por nuestras demoras en las cosas de Dios!

Probablemente la mayoría raramente falla en su puntualidad a su trabajos seculares. ¿Hemos de hacer menos para Aquel que su vida dio por nosotros en la cruz? Si nosotros cumplimos puntualmente con nuestros empleadores terrenales, ¿acaso no merece mucho más nuestro Señor Jesús?

Cuando terminamos de sacar todas nuestras excusas, tenemos que admitir que en el fondo tenemos un corazón que ha perdido su primer amor.

Hay un refrán que dice: «Cuando el corazón está bien, los pies son veloces.» Tal vez aquí está la verdadera razón porque nos cuesta llegar a la hora. El problema no está en los pies, sino en el corazón.

¿Hasta qué punto has sido tú afectado por esta plaga? Probablemente todos tenemos que admitir que hemos sido contagiados. Posiblemente nunca nos hemos propuesto seriamente a corregir esta costumbre negativa. Pero, por medio de este estudio, hemos aprendido ocho buenas razones para hacerlo.

¿Estás dispuesto a p roponerte ante Dios a combatir este problema en tu propia vida? ¿No es tiempo que tú abandones las filas de los tardones?

Te animo a que declares guerra contra la impuntualidad. Aún no es demasiado tarde para hacerlo.

Escrito por:Jorge Schulz

Fuente: www.iglesia.net


¿Cómo evitar el adulterio emocional?

22 abril 2013

El adulterio no solo es físico; comienza en la mente. Aprenda a reconocer cuando las amistades con el sexo opuesto se han pasado la raya. La clase de química en la preparatoria me enseñó una lección valerosa: Cuando ciertas sustancias se mezclan, se forman una reacción química. ¡Un día, comprobé esto en mi último año de preparatoria cuando tiré un recipiente de sodio en un río desde un puente y casi explotó el puente entero!

Desde aquel entonces, he aprendido que muchas personas no respetan las leyes de química igual como no lo hice cuando joven. Ellos mezclan los ingredientes volátiles sin pensar bien en las consecuencias. He descubierto que muchas personas casadas no entienden que una  reacción química puede ocurrir con alguien que no es su cónyuge. No me malinterprete – No solo estoy hablando de la atracción sexual. Me
refiero a la reacción de dos corazones, la química de dos almas.

A esto se le llama el adulterio emocional – es una intimidad con el sexo opuesto fuera del matrimonio. El adulterio emocional es infidelidad del corazón. Cuando dos personas empiezan a platicar de sus luchas íntimas, dudas o sentimientos, ellos pueden estar compartiendo sus almas de una manera que Dios planeó exclusivamente para la relación matrimonial. El adulterio emocional es amistad con el sexo opuesto que ha progresado más allá de lo que debiera.
He mirado a los ojos de muchos hombres y mujeres que han caído en el adulterio físico, y lo que vi allí me dio nauseas. Al hablar con ellos, he descubierto que, en la mayoría de los casos, las relaciones adúlteras comenzaron como una relación amistosa y casual en el trabajo, la escuela, aun en la iglesia. Un esposo habla con una compañera del trabajo tomando café y comparte unas luchas que está experimentando con su esposa o sus hijos. Ella le comenta de sus problemas semejantes, y pronto las emociones están brincando con tanta velocidad que sus corazones se prenden y últimamente son fundidos en uno. A los que lo han experimentado, este vínculo parece tan real que no se puede negar.
Puede usted estar llegando a tener una reacción química con otra persona cuando:

• Tiene una necesidad que siente que tu cónyuge no está cumpliendo – una necesidad de atención,
aprobación, o afecto.

• Es más fácil desahogarse con alguien que no es su cónyuge hablando en detalle de las dificultades
del día durante la comida, un café, de dar un aventón a su casa…o por medio de escribirse correos
electrónicos.

• Empieza a hablar de los problemas que tiene usted con su cónyuge.

• Se justifica “el derecho” de tener esta relación amistosa por decir que tiene que ser la voluntad de
Dios hablar abiertamente y honestamente con otro creyente.

• Se emociona al ver, estar con y hablar con la otra persona.2

• Se pregunta a si mismo, ¿qué haría yo si no tuviera esta persona en mi vida con quien hablar?

• Esconde de su cónyuge esta relación interpersonal y amistosa con el sexo opuesto.

Cuando se encuentra conectado íntimamente con otra persona en lugar de su cónyuge, ha comenzando a viajar por un camino que a menudo termina en adulterio y divorcio. ¿Cómo puede protegerse a si mismo para que esto no ocurra?
Primero, conocer sus límites. Ponga muros de protección alrededor de su corazón para proteger la tierra sagrada, reservada solamente para su cónyuge. Bárbara y yo tenemos mucho cuidado de compartir nuestros sentimientos más profundos, nuestras necesidades y dificultades solamente entre nosotros.

Segundo, darse cuenta del poder de sus ojos. Alguien ha dicho, “sus ojos son ventanas al alma.” Baja la cortina de sus ojos si siente que una persona está mirando demasiado tiempo en frente de sus ventanas. Me doy cuenta que el contacto del ojo es necesario para conversar en forma eficaz, pero hay una clase de mirada profunda que está reservada solamente para su cónyuge. Francamente, no confío en mí mismo. Algunas mujeres pueden pensar que estoy inseguro porque no sostengo el contacto con mis ojos mucho tiempo, pero es porque no confío en mi naturaleza pecaminosa. He visto lo que ha sucedido a otros, y sé lo que me podría suceder.

Tercero, extinguir las reacciones químicas que ya se hayan comenzado. Si una amistad con el sexo opuesto cumple necesidades que solamente su cónyuge debe estar cumpliendo, termine esa amistad de inmediato. Para detener una reacción química, uno de los elementos se tiene que quitar. Al principio, puede ser una pérdida dolorosa, pero eso no es nada en comparación a la tentación que puede dar a luz el pecado. Hace años, Ruth Senter escribió un artículo increíblemente honesto acerca de su amistad con un hombre cristiano que conoció en una clase posgraduado. Su lucha y respuesta piadosa a esta tentación fueron grabadas en una carta que terminó la relación amistosa que desarrollaba. “La amistad siempre va en un camino con propósito a menos que esté muerta,” escribió ella. “Usted y yo sabemos a dónde va nuestra amistad. Cuando una relación amenaza la estabilidad de los compromisos hechos a las personas que
valoramos más que nada, entonces no se puede seguir la amistad.”

Cuarto, tenga cuidado del aislamiento en su matrimonio. Una estrategia del enemigo es aislar a usted de su cónyuge, especialmente tentándole a guardar secretos de su cónyuge. Bárbara y yo nos damos cuenta del peligro del aislamiento en nuestro matrimonio. Trabajamos duro en hablar las cosas en forma abierta.

Finalmente, nunca deje de cortejar a su cónyuge. Uno de los pensamientos más libertadores que he tenido en mi relación matrimonial es que jamás dejaré de competir y luchar por el amor de Bárbara. Como resultado de este compromiso, soy mucho más creativo en cómo me comunico con ella en forma emocional y sexual. Estoy conciente que si empiezo a ignorarla, otra persona podría acercarse a ella y atraparla en un punto débil. Mi meta constante es fortalecerla y comunicarle que ella es todavía la mujer con quien decidí comprometerme en 1972.3
Muchas personas que cometen adulterio expresan sorpresa en cuanto a lo sucedido; ellos hablan como si hubieran sido llevados por una fuerza irresistible de la naturaleza. Pero recuerden que nadie se cae si está parado a unos 15 metros del precipicio. Lo que sucede es que uno se acerca poco a poco al abismo hasta que resbala. Usted necesita hacer de su matrimonio una prioridad al grado que no se acerque para nada al precipicio.

Tomado de http://www.familylife.com por Dennis Rainey. Derechos reservados © 2003. Usado con permiso
Taken from http://www.familylife.com by Dennis Rainey. Copyright(c) 2003. All rights reserved. Used by permission.

Fuente: ObreroFiel.com


Victoriosos y con Esperanza

20 marzo 2013

¡Qué bueno que podamos pensar y reflexionar en la Palabra de Dios, en el amor del Señor! 

Recuerdo que desde mi tierna infancia los problemas de violencia, de alcoholismo que justamente luego acarreaban muchos problemas familiares, hacían que luego se dijera: vamos a empezar de nuevo.

Y, mi padre le decía a mi madre: vamos a empezar de nuevo. Y muchos dicen: vamos a empezar de nuevo, vamos a empezar de cero. Pasa que muchas veces no es posible empezar de cero, no es posible empezar de nuevo porque el tiempo las reiteraciones de los problemas, de las frustraciones, de las reincidencias, de los actos violentos, de los pecados, contra los otros hacen imposible, prácticamente imposible poder comenzar de nuevo.

Solamente hay una forma que traza la palabra de Dios, en la que nosotros podemos realmente, empezar de nuevo, y esto es, a través de un nuevo nacimiento. En el libro del profeta Oseas, en el capítulo 14, en los primeros 7 versículos de este capítulo, el profeta le dice a Israel:

Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano. Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como de vino del Líbano.

Hay algo tremendo que se puede deducir de este pasaje y de todo el entorno de la Palabra de Dios, hay una verdad muy importante en la Biblia. El pecado indudablemente nos envejece. El pecado hace que nosotros perdamos la inocencia, nos cubre de vergüenza, nos cubre de pena. Muchas personas en menor ó mayor grado, de acuerdo a la altura de la vida que han pasado, y que han transitado, dependiendo del contexto familiar, educacional, todos hemos perdido la inocencia. La vergüenza nos cubre.

Mucha gente vive derrotada, sin ilusión. Las personas viven comprobando día a Día que están derrotados! Ellos se deprimen. Hoy día, en pleno siglo y con todos los recursos científicos, con todos los adelantos, y progresos de la ciencia y tecnología, cada día, aumenta masivamente, la depresión, angustia, enfermedad, que lleva a que hoy, verdaderas multitudes, no soporten la verguenza y la pena de su corazón.

No soportan que no puedan alcanzar lo que desean y que tienen que recurrir a la drogadicción, a la dependencia de medicación especial, a los ansiolíticos. Y, tantas otras cosas para poder sobrevivir, para poder seguir caminando, para poder seguir deambulando por este mundo. Y esa persona no puede sentirse limpia de nuevo. Porque justamente a causa de ese pecado que nos envejece podemos emplear palabras de súplica y este es el punto de que las personas no saben dirigir bien su súplica.

Las personas generalmente suplican a los hombres, suplican al psiquiatra, suplican al pastor al sacerdote pero debemos suplicar, suplicar a Dios. Dios ha hecho todo lo que él ha hecho para salvarnos. Ahora nos toca a nosotros suplicar su perdón por nuestro pecado. A él es que nosotros debemos acercarnos en verdadera súplica y no a otros. Muchas personas tratan de descargarse confesando sus pecados a profesionales de la salud ó profesionales religiosos. Ellos no logran sentir un alivio. Pasa un rato de acuerdo al estado anímico y vuelve a sentir el mismo desasosiego.

La misma carga está allí, no se ha movido. Hoy también se trata el tema del control mental, auto convencimiento, pero así, aún no logras la paz. No logras la limpieza interior, tienes que clamar y tienes que suplicar a Dios. Tienes que abandonar el pecado y seguir a Dios con todo tu corazón y sino todas tus palabras son vanas.

Demasiado hablamos a los hombres, de masiado hablamos a Dios. Le decimos muchas cosas pero no estamos dispuestos a dejar nuestra vida de pecado y esto no tiene sentido.

El amor como la obediencia, como la sumisión, no es solamente de palabras sino de hechos. A veces Dios no escucha nuestras súplicas porque nuestras acciones no se lo permiten oír. Nosotros lo apabullamos de palabras de súplicas ó a veces de promesas vanas que no cumplimos.

También vemos que muchas personas, como lo dice aquel pasaje, buscan soluciones inadecuadas al pecado. Aquel profeta hace referencia, a que mucha busca soluciones en los ídolos que hacen nuestras manos. Muchas personas buscan alivio en un objeto, hecho por manos de hombres, le hablan a la estatua, y le hablan al ídolo, pensando ser aliviados.

Piensan también que sus buenas obras, le pueden llevar al perdón de sus pecados. Las buenas obras son un producto de la vida nueva. No el contrario. Dios nos perdona por su gracia y por su amor, no por lo que nosotros podamos merecer. El perdón es el resultado de la gracia de Dios, la Biblia dice que Dios nos ama y que no desea ver a nadie caminando hacia el infierno. Dios dio a su hijo Jesucristo para abrirnos el camino de la salvación para abrirnos el camino a la vida eterna. Y la Biblia dice que la vida nueva trae gozo ¡claro que sí porque hay gozo y paz al experimentar el perdón de Dios. Hay gozo y paz al experimentar este eterno perdón y él nos ofrece este nuevo nacimiento.

Él ya cumplió su parte él ya hizo todo lo que tenía que hacer. Envió a su hijo al mundo para que muriera en la cruz por nosotros y derramara su sangre limpia y sin pecado por nosotros, satisfaciendo la justicia divina y, si nosotros creemos en él, si lo aceptamos si lo seguimos y lo obedecemos, experimentaremos la vida eterna. Yo deseo con todo mi corazón que tú puedas renunciar a todas esas muletas para tener gozo, perdón y vengas a Jesucristo con todo tu corazón, y creas en su perdón porque la Biblia dice porque si confesamos nuestros pecados él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Que Dios te bendiga.

Autor: Herman Hartwich

Fuente: Llamada de Medianoche


11 noviembre 2012

Bruselense

Se llama Síndrome Post-aborto (SPA), y afecta sobre todo a las mujeres que abortan, pero también a personas cercanas (el padre del niño abortado, familiares etc.).  No se manifiesta habitualmente de inmediato, sino que pueden transcurrir semanas, meses e incluso años, antes de que aparezcan los síntomas.

Como describen los psicólogos Schnake y Bennett, tras el aborto en la madre se crea una situación de conflicto entre su condición de madre y el papel que desempeña en la destrucción de la vida de su niño no nacido. Generalmente, esta situación de conflicto se acompaña de la vivencia de un difícil desarrollo del duelo. Según dichos psicólogos, “si se trata de una joven que aborta, tendrá un aumento en la promiscuidad con la finalidad de autojustificar su acto o, desde un punto de vista psico-dinámico, ‘actuar para no recordar’ y para suplir la carencia causada por el duelo…

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27 septiembre 2012